El apego emocional cumple un rol importante en nuestras relaciones con los demás y puede tener un impacto duradero en nuestras emociones y comportamientos.
La comprensión de los diferentes tipos de apego emocional puede ayudarnos a desarrollar relaciones más saludables y a manejar mejor nuestras emociones.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de apego emocional?
Cuando hablamos sobre apego, nos referimos a la necesidad humana universal de formar vínculos afectivos estrechos para sobrevivir. Todo bebé necesita tener protección y cubrir sus necesidades básicas. Por esta razón, debe establecer el apego con sus cuidadores.
No nacemos regulando las emociones, este engranaje dependerá de la interacción con los adultos o cuidadores, y sentará las bases para nuestras futuras relaciones humanas. La persona adulta cuidadora es la basa segura de ese niño/a, por lo que es importante que dicho adulto, para poder responder y cumplir esta función, pueda regularse a sí mismo, sea sensible, empático, responsable y consistente.
Sin embargo, no todas las personas desarrollan un apego saludable. Existen distintos tipos de apego que pueden influir en la forma en que nos vinculamos emocionalmente con los demás.
Estilos de apego emocional y sus características
El apego seguro
Se caracteriza por la sensación de seguridad que siente el niño cuando su cuidador está presente y disponible para satisfacer sus necesidades emocionales y físicas.
Este tipo de apego, se asocia con una serie de beneficios emocionales. Las personas que experimentan este tipo de vínculo se sienten más seguras, confiadas y cómodas en sus relaciones con los demás. También son más propensas a desarrollar relaciones íntimas y duraderas en la edad adulta.
Por otro lado, suelen tener una mejor capacidad para regular sus emociones y manejar el estrés. También son más propensas a tener una autoestima saludable y una sensación de bienestar emocional.
Apego ambivalente
Se genera cuando, de forma repetida, el niño no puede predecir la disponibilidad física y emocional de sus figuras de apego. Como respuesta, se presenta una angustia exacerbada ante las separaciones del cuidador y la dificultad para lograr la calma cuando este vuelve; en la interacción con el cuidador relevan la ambivalencia, enojo y preocupación.
Durante la adultez, este tipo de apego provocará una sensación de inseguridad y miedo al abandono. Les resultará difícil interaccionar de la manera que le gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que les proporcionan.
Apego evitativo
Las infancias con apego evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Las emociones más frecuentes de los bebés con apego evitativo es la ausencia de angustia y de enojo ante las separaciones del cuidador, y la indiferencia cuando vuelve en la interacción, revelan distancia y evitación.
Los adultos con apego evitativo tienden a ser huidizos de sus emociones, se los puede considerar como personas frías o poco cariñosas. Cuando se enfrentan a situaciones de separaciones o pérdidas, suelen centrar su atención en otros problemas y objetivos.
La terapia como espacio para trabajar nuestro apego emocional
Ir a terapia es un espacio para conocernos, entendernos, así como también identificar nuestro tipo de apego emocional. Puede ayudar a las personas a identificar patrones de comportamiento y pensamiento que están afectando sus relaciones y emociones.
El espacio terapéutico será el lugar para que el paciente pueda explorar su historia personal y familiar para comprender cómo se desarrolló su patrón de apego emocional. Esto puede incluir identificar experiencias tempranas que puedan haber influido en la forma en que la persona se relaciona con los demás.
El psicólogo acompañará al paciente en el aprendizaje de distintas habilidades para manejar los desafíos emocionales que surgen como resultado de los patrones de apego.
Lic. Maia Chouciño